Por favor, no vayan a pensar de que se trata mas bien de un rito vudú o de santería, o cosa por el estilo. ¡No, no, nada que ver! Lo que pasa, amigos, cuando se trata de bombos, tambores, cajas o cualquier otro instrumento que sirve para pegarle con las manos, como que me excito, me pongo eufórico, eléctrico, vibrante. Eso es todo.
Y que el señor Mat Marino –autor, en verdad, de ese bello título musical de ambiente, Into the deep-, también mejor me perdone, pero es que al escuchar ese bajo y punteo de guitarra casi afrodisíaco suyo y acompañado con ese sensacional juego de notas en el keybord, como que se me ha subido la endorfina y la tentación de ponerle algo más de sabor y calor a su cancioncita ha sido tan grande, que no se me ha ocurrido mejor cosa que introducir pues ahí nomás y de a poquito –como diría también el gran Cantinflas- mis propias variaciones, pegándole eufóricamente como epiléptico –o digamos que mejor como un mono eléctrico- a mis lip blocks y al cuero de las congas.
Publicación Flujanz
Por © Frederic Luján.Z.